Estadísticas en el micro un jueves a la mañana

De ida:Dos camisas rosadas, cuatro azules a la izquierda y dos azules a la derecha. Dos rojas(una mamá y su hijo de aproximádamente seis años). Dos blusas aguamarina, dos negras(una en cada fila de asientos), cuatro blancas(yendo al trabajo?), dos amarillas, y una khaki(el policía que por poco no entra en mi cuadernito Duson.)
La mayoría (digamos 18 en un micro para 23 personas sentadas) tienen los cabellos castaños, nadie es realmente rubio, y la única que pretende serlo tendrá como 50 años. Dos asientos delante de ella, en la misma fila, a la derecha, se sienta una monja con hábito de playa: mangas por el codo, con velo, pero con pinta de que alguien cometió un error al meterla en esa ropa.

Velocidad: cerca de los 30 km/h. Hay sol, pero todavía no quema.

Casi ninguno parece tener sobrepeso.Casi todos llevan un bolso grande o mediano.Todos están serios, ausentes, viajando astralmente,o metidos en algún lío. El conductor hizo un buen trabajo. Paró en los lugares establecidos y no maldijo a nadie. Nadie lo maldijo a él.

A la vuelta es otra historia.La calle es la misma, porque el trayecto es el mismo, pero hay más gente. Tengo tiempo, así que esperé que venga la misma línea, pero con menos pasajeros(para poder sentarme y anotar, mentalmente, lo que venga.)

Me senté al lado de un viejo que volteó la cabeza para mirar la cola de una chica con pelo rojo cobrizo caoba. Y otro tontis sentado detrás de mí, sacó la cabeza por la ventanilla para silbar a otra rubia teñida. Pobres mujeres, silbadas...Como si fuera que nos vamos a derretir por un silbido.Por suerte se desocupó un lugar individual y me volé para ahí.
El 23 pasa por ciertos lugares clave para los vendedores ambulantes. Uno es sobre Brasilia y España, otro es sobre España, antes de doblar a Sacramento, y el otro está donde ésa misma calle se encuentra con Santísima Trinidad.


Hoy no subió ningún vendedor de dietas para la diabetes, el colesterol o la seborrea.Sobre Sacramento subieron un nene que vendía caramelos, dos vendedores de fruta sobre (ya no puedo evitar hacer la conexión iglesia-frutas-canastas grandes-mesubomebajo) y detrás de las manzanas y peras, subió un guitarrero seguido de otro vendedor de bananas(cuidado!!!) De los tres que subieron sobre Sacramento y Santísima Trinidad, sólo quedó el guitarrero, que creo que no afinó la guitarra, porque las canciones sonaban muy raro. Pero bueno, al final era lo mismo que cantan siempre, sólo que en tono diferente.

Pero era horrible...me recordó al dúo que cantó, dos días antes y en el mismo punto, una canción de Emiliano R. Fernández. Tuve que contar hasta 10 y contener la risa cuando cantaron "el raudo torbellinoS, impíoSy malvado"
Impíosy malvado...

Pero bueno.Viajar sentada habrá sido lo mejor q me pudo pasar durante el viaje.

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